13 junio 2007

¿Qué habría hecho Grissom del CSI de Las Vegas en este caso?

Hace tiempo que no escribo en el blog, pero hoy no he podido evitar hacerlo tras leer una nueva y funesta información relativa a uno de los más oscuros y malolientes puntos de la investigación del 11-M -uno de los muchos que hay, por cierto-. Resulta que a pesar de que este desastre fue el atentado más grave, sangriento y significativo de la historia de España, y el acto contra nuestra soberanía más importante desde que la prensa y el gobierno de los Estados Unidos nos acusara infamemente de hundir su accidentado Maine en 1898 como excusa para declararnos la guerra y poder quedarse con nuestras últimas posesiones de ultramar, a pesar de ello, resulta que no se ha guardado absolutamente ninguna prueba del lugar del crimen, excepto apenas 23 clavitos -lavados con acetona, por supuesto-.

Es decir, de todos los trenes completos, incluyendo la estructura de los vagones, los asientos, suelos, techos, portaequipajes, barras, fragmentos de cristal, puertas, mamparas o de todos los miles de objetos de los 12 focos de explosión, tales como chaquetas, camisas, pantalones, maletines, móviles, tarjetas, contratos, documentos, fotocopias, zapatos, carteras, relojes, calculadoras, monederos, mochilas, cinturones, CDs, joyas, carnés de todo tipo, paraguas, bolsas de deportes, y cientos y cientos de cosas más –volquetes enteros de objetos se sacaron de los lugares de los atentados-. De todo ello, SÓLO se conservan 23 clavos. Ni siquiera dos clavos por foco de media -de algunos focos no hay NADA-.

A partir de esos 23 clavos mondos y lirondos -pasados por el lavavajillas Whirlpool... de baja carga, claro-, lo que los peritos nombrados por el tribunal pudieron extraer de ellos no llegaba a 1 gramo. ¡Un gramo de sustancia entre todos los focos es todo lo que los peritos han podido analizar!

Esto es escandalosamente intolerable. Pero lo peor es que se ha sabido que toda la infinidad de pruebas y todas las toneladas de muestras se destruyeron por orden del "juez" Del Olmo entre el 4 y el 6 de mayo de 2004. Es decir se hizo todo precipitadamente cuando no habían pasado ni dos meses de la tragedia. Todo se destruyó convenientemente en una planta de reciclaje de residuos electrónicos y en la incineradora de Valdemingómez... Y pensar que en los simples casos de accidentes de trenes normales las aseguradoras guardan impecablemente bajo lonas los vehículos y vagones durante años para su posible análisis posterior.

¿Qué diría Grissom si se enterara de esto? Desde luego si nuestro canoso amigo de Las Vegas se hubiera deshecho de las pruebas de ese modo tan increíble, estaría de patitas en la calle en un momento. Aquí… aquí no pasa nada. Además ya se encargará Eva Hache por la noche de bromear con esto y con los muertos en la Cuatro para que parezca todo más ligero y para hacer ver que estas cosas son paranoias de esos malos malísimos de derechas que se empeñan en no creerse la doctrina del régimen.

Si deseáis saber más sobre este asunto que he comentado, os recomiendo el siguiente artículo: Centenares de efectos recogidos en los trenes fueron destruidos dos meses después del 11-M.

Simplemente espectacular... y espeluzante.

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