02 mayo 2006

Las intenciones y los hechos. Hasta la vista señor Revel

Hace días que no escribo. Pero aunque tan sólo sea mediante unas pocas líneas, debo hacerlo para recordar y conmemorar la muerte del gran maestro francés del pensamiento liberal Jean François Revel. Posiblemente se ha tratado del más importante pensador que se ha atrevido a llevar sobre sus hombros la ingente -y diría que peligrosa- tarea de intentar por todos los medios -libres- a su alcance desenmascarar las farsas ideológicas de la izquierda, cuyas bochornosas, delirantes y muchas veces criminales acciones han costado a la sociedad llantos de sangre, y la muerte y esclavitud a millones y millones de personas a lo largo y ancho del mundo, pero que a pesar de ello felizmente festejan y jalean, tanto la prensa -tan supreprogre- como los ignorantes corderillos -a más bien borreguillos-, quiénes puño en alto, banderas rojas en ristre con hoces y martillos, y coros de la internacional en la boca, desfilan como patéticos siervos de la ignominia y del desconocimiento tal si ésta fuera la idología más libre y bienhechora el mundo. A nadie se le ocurriría hacer lo mismo llevando banderas nazis y coreando canciones nacionalsocialistas en aleman, pero sí la internacional. Curioso. Pues bien. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué esa diferencia de rasero y de aceptación de una ideología totalitaria comunista a pesar de ser y haber sido tan peligrosa y criminal como la otra? Pues Revel pasó muchos años investigando ese curioso hecho. Escribió varios libros para tratar de explicarlo. Por todo ello, por su incansable trabajo, por su coherencia política sin tamices, y por ser probablemente el único verdadero amigo de España que salió jamás de la política y el pensamiento de Francia, el presidente José María Aznar le otorgó al gran maestro liberal en 2004 la Gran Cruz de Isabel la Católica, pocos meses antes del golpe del 11-M que terminó con la etapa de mayor progreso económico y social de nuestra historia. Pero volviendo sobre las investigaciones de Revel, hoy pueden encontrarse multitud de editoriales, columnas y artículos sobre él, pero para terminar cito uno muy interesante que he encontrado en el diario Libertad Digital, escrito por Cristina Losada. Su mejor párrafo dice lo siguiente: "Nadie aceptaría hoy que en un acto, siquiera uno, se enarbolaran las cruces gamadas y el resto de la teatral parafernalia nazi. Ni que se pusieran altavoces a su cancionero. Pero mientras se ha condenado al nazismo por sus intenciones y sus hechos, se persiste en juzgar al comunismo sólo por sus intenciones. Sus horrores desaparecen filtrados por ese tamiz. También esto lo observó el maestro que acaba de morir. Cuando el parlamento de la República Checa propuso declarar delictiva la negación de las atrocidades comunistas, el historiador Robert Conquest se preguntó qué distinción podía hacerse entre el revisionista del Holocausto nazi y el negador del soviético. A lo que Stephen Schwartz apostilló: la diferencia es que el segundo puede dar clases en la Universidad sin tener que ocultar sus opiniones. Exactamente. " Impecable. Efectivamente... es cuestion de intenciones y de hechos. ¡Nos queda tanto por aprender! El artículo completo está aquí: Al son de la Internacional.
Hasta la vista Señor Revel. Cuídese.

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